Genius loci vs. la globalización del arte. César Manrique y Lanzarote

¿La lava vence al agua? Esta inocente pregunta formulada por Mateo, de 7 años, me parece una forma fascinante de presentar lo que sienten unos ojos que se enfrentan por primera vez a una naturaleza tan singular como la que se puede observar en la isla de Lanzarote. Su costa oeste es el reflejo de esa lucha natural entre la erupción de algunos de sus más de 300 volcanes contra el poderoso océano. Y de esto no hace ni 300 años…En esa última erupción, unos diez pueblos quedaron sepultados bajo la lava que luchó contra el océano ganando superficie para la isla aunque finalmente…venció el agua

Los ojos de César Manrique como “conejero” de nacimiento, infancia y adolescencia debieron absorber toda esta lección de la naturaleza. Sus estudios superiores en Madrid y su estancia en Nueva York, grandes y atractivas metrópolis, no consiguieron sacar de su corazón a su isla natal y después de veinte años regresó para habitarla, cuidarla, pintarla y hacerla crecer de la forma que entendió más respetuosa. Se ha dado en llamar el “Arte-Naturaleza” lo que CM preconizó desde los años 60. Encabezó un grupo de artistas y pensadores que “pelearon” por mantener el espíritu de la que había sido por mucho tiempo la isla “cenicienta de las Canarias”. Durante las décadas de los 70, 80 y parte de los 90 se opusieron a la especulación urbanística, que también llegaba a la isla con la excusa de mejorar una economía maltrecha. Defendieron que los modelos de la península u otras islas más desarrollados no debían ser importados (no a la globalización…), y que el singular carácter de la isla debía ser respetado buscando el genio del lugar en cada intervención. La obra plástica de CM es localista, desde su pintura, pasando por sus esculturas y sus preciosos “juguetes del viento” y su arquitectura. Además nos dejó también sus textos reflexivos y reivindicativos…El libro “La palabra encendida” con introducción de Fernando Gómez Aguilera, recoge sus reflexiones desde los años 60 sobre su manera de entender el territorio y su desarrollo. CM nos dejó un legado que, sin duda, enriquece un territorio fascinante.

Esta pequeña isla es una muestra de que el desarrollo de la actividad turística no debe estar siempre ligado a la especulación. Nuestra impresión de este maravilloso viaje es la de haber podido visitar una increíble reserva de biosfera (así está clasificada) de paisajes únicos y cambiantes. ¿Quién sabe si alguno de esos 300 volcanes no se despertará pronto para acabar con las malas intervenciones urbanísticas y edificatorias de las últimas décadas? Pero esperemos que los volcanes actúen de forma puntual, ya que no son muchos los ejemplos “especulativos” que se pueden encontrar…

Por último, no dejéis de leer, si tenéis la oportunidad, el poema que Alberti dedicó a Manrique, “pastor de vientos y volcanes”, con el título de Lancelote.